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Viva Castilla, libre de Cataluña.

jueves, 12 de septiembre de 2013
11 de septiembre. Hace algunos años se produjo uno de los acontecimientos más importantes de la Historia universal. ¿América? ¿Nueva York? No, Cataluña. Porque hace trescientos años, se producía la caída de Barcelona en la Guerra de Sucesión Española, hito que -según los nazionalistas catalanes- marcó el inicio del fin de la libertad de Cataluña.

Pero las revueltas en Cataluña ya venían de lejos. En 1640, a partir de la "Unión de Armas" promulgada por el Conde-Duque de Olivares con el fin de aliviar fiscalmente a la Corona de Castilla -quien llevaba el peso económico de las guerras y empresas en las que la Monarquía Hispánica se vieía envuelta-, el Reino de Portugal y el Principado de Cataluña se revelaron contra este intento centralista. El Principado pasó a rendir vasallaje y pleitesía a Francia, intitulando la propia Generalidad a Luis XIII como "Conde de Barcelona". Fue en este frente donde la Corte madrileña centró todos sus esfuerzos, en parte por ser parte de la Corona de Aragón y por miedo a que se convirtiera en punta de lanza francesa en la Península; por otro lado, se obvió el conflicto con Portugal. La revuelta pronto se convirtió en la Guerra de los Segadores, reafirmándose el encontronazo con Castilla y la dependencia de Francia. Pero con el paso del tiempo, la balanza se inclinaría hacia el lado hispánico. El fin de la Guerra de los Treinta Años permitía a Castilla centrar sus fuerzas en el Principado. Igualmente, entre la sociedad catalana crecía el descontento con la política de la Corte parisina, pues el centralismo borbónico iniciado por Luis XIII y Richelieu se afianzaba con sus sucesores, Luis XIV y Mazarino, quienes además prohibieron el catalán en estos territorios; además, la presión fiscal ejercida por Francia recordaba a la "Unión de Armas" del Conde-Duque, y el ejército francés acantonado en el Principado tenía un comportamiento peor que el castellano. Vista la situación, comenzaron las primeras conspiraciones e intentos de vuelta al statu quo anterior a 1640, facilitándose así la entrada del ejército castellano en Cataluña, que bajo la dirección de don Juan José de Austria, tomaría Barcelona en 1652. La guerra finalizaba y quedaba sellado el Tratado de los Pirineos siete años más tarde, según el cual Francia incorporaba el Rosellón y algunos territorios más de la Cataluña transpirenaica, integrándose definitiva y absolutamente en el sistema centralizado borbónico y perdiendo -de esta forma- la libertad de hablar en catalán y siendo sometidos a una gran presión fiscal.

Gran fallo el que tuvimos, al cambiar una región y una economía mediterránea decadente en detrimento de un Reino y una economía atlántica en pleno auge, con gran número de colonias y el Brasil. Tal vez de haber mantenido el territorio portugués -enfocado hacia América y Asia- y no el catalán -dirigido a un Mediterráneo presionado por las incursiones turcas-, la Monarquía Hispánica hubiera seguido siendo primera potencia, ahorrándonos además todos los quebraderos de cabeza secesionistas y nazionalistas actuales.

Pasados cincuenta años, la guerra volvió a la Corona de Aragón. Con la muerte sin descendencia directa de Carlos II, Europa se ve envuelta en un conflicto bélico para colocar en el trono de la moribunda gran potencia hispánica a uno u a otro pretendiente.  La Corona de Aragón -más feudalizada- luchó por la causa del archiduque Carlos de Austria, cuya política austracista consistía en continuar con el modelo federalista de los Habsburgo, conservando así su independencia económica. Castilla, por el contrario, prefirió a Felipe de Anjou, quien impondría un centralismo borbónico similar a la fallida "Unión de Armas", lo que supondría un alivio fiscal para las arcas del reino. En 1714, era de nuevo la caída de Barcelona la batalla que auguraba el fin de la guerra, y un año más tarde, ya con la victoria de Felipe de Anjou -quien reinaría como quinto-, se promulgaron los "Decretos de Nueva Planta", por los que la Corona de Aragón -esto es, los reinos de Aragón, Valencia, Mallorca y el Principado de Cataluña- perdía sus fueros e instituciones, integrándose totalmente en Castilla y cerrándose el centralismo.

De aquí deriva la manifestación secesionista -no puede ser independentista pues Cataluña nunca ha sido colonia, mientras que siempre ha sido dependientes de otro poder real, bien de Aragón o bien de Francia (recordemos que Luis XIII y XIV eran "Condes de Barcelona")-. El Principado luchó por una opción política y por un rey, como hizo el resto de la Corona Aragonesa. No luchó por ninguna independencia, sino en contra del centralismo castellano.

Los catalanes hace tiempo que decidieron que no querían formar parte de España. Aunque bien es cierto que durante la centuria decimonónica hubo manifestaciones tradicionalistas pro-españolas en la región, como fueron las guerras de los Agraviados, las tres carlistas, la de los Matiners o el famoso Tercio de Montserrat -ya en la Guerra Civil-. Cataluña ha demostrado ser un hijo malcriado, ingrato e insolidario. Se llenan la boca con que España les roba mientras ponen la mano para seguir recibiendo subvenciones, y cuando se les ha pedido ayuda, no sólo la han denegado, sino que se han vendido a los enemigos. Puede que los secesionistas tengan razón en una cosa, como se pregunta Carlos Esteban, tal vez muchos de ellos estén revelándose inconscientemente contra el centralismo jacobino que tanto mal ha hecho a la Monarquía Hispánica.

Cada vez son más los españoles que se hartan de la bobuna nazionalista. Yo por ejemplo, hace tiempo, hablando con un amigo hijo de la Corona de Aragón, me comentaba cómo en su pueblo, se refieren a la Península Ibérica como "Castilla", hablen de Santillana del Mar, de Puertollano o de Tarifa; para ellos, todo lo que va más allá de la frontera aragonesa es castellano, sin distinciones. Esta pequeña curiosidad, a mí me sirvió para darme cuenta que -en efecto- muy poco tenemos en común castellanos y aragoneses, reafirmando y consolidando mi ideología foral-tradicionalista. Por eso, para ser justos con los secesionistas, debería hacerse el referéndum que tanto desean. ¿Quiénes somos nosotros para impedir que vivan felices de una vez por todas? Pero claro un referéndum no sólo en Cataluña, sino en todo el territorio nacional, pues es algo que nos afecta a todos. Yo por mi parte ya tienen mi "sí". Sí a que dejen de parasitarnos, que ya cometimos el error de elegir mal, arruinando el reino más próspero de su tiempo y embarcándonos en empresas que nos acabaron de hundir. Pero una vez que se vayan no quieran volver, como ya hicieran en 1640; si se arrepienten, que no nos tomen por tontos.

Y es que no sólo los catalanes perdieron su "libertad" en 1715. También lo hicieron los aragoneses, valencianos y mallorquines, y doscientos años antes, Castilla ya veía sus fueros suprimidos tras la derrota de Villalar. Lo que está claro es que yo no quiero que una región insolidaria, ladrona, traidora e ingrata siga recibiendo favores de Castilla, más aún cuando aquí también perdimos nuestras libertades forales:



Pues como dice este romance «en Castilla ya no mandan los que debieran mandar», y como escribió José Luis Díez «tú, tierra de Castilla, muy desgraciada y maldita eres al sufrir que un tan noble reino como eres, sea gobernada por quienes no te tienen amor» (DÍEZ, J. L.: Los Comuneros de Castilla, Mañana, Madrid, 1977. p. 7), yo cada vez estoy más convencido de que Castilla tiene que volver a ser libre de parásitos desagradecidos e insolidarios. Y es que «si los pinares ardieron, aún nos queda el encinar».

Reescribir las Historias.

jueves, 20 de septiembre de 2012
Va a hacer un año que fui a Zamora. Como amante de la Edad Media y sobre todo del Cid, no podía irme sin visitar el famoso "Portillo de la Traición", donde Vellido Dolfos traicionó -de ahí el nombre- y dio muerte a Sancho II el Fuerte, quien intentaba hacerse con la plaza del Duero. Pues bien, resulta que ahora la Historia no era así. Mil años pensando que sucedieron así las cosas y no, hemos vivido engañados. Qué sorpresa fue la mía al ver que -desde mi anterior visita a esta ciudad- ya no había "Portillo de la Traición", sino de la "Lealtad".

Le dí una muy pequeña menor importancia, sobre todo porque "traición" hoy en día es un tabú bastante gordo que hay que evitar emplear. Si los zamoranos quieren vivir engañados, allá ellos. Pero la semana pasada, compré cierta "revista" de Historia, de estas que te venden artículos a lo best seller, es decir, buscando más bien la curiosidad y el mito que los hechos tales y como fueron, que a su vez sirve de trampolín para vender libros de pseudo-historiadores que escriben usando Wikipedia como fuente. Compré la "revista" porque trataba de la Reconquista, no por otra cosa. Y empecé a leer.

Habla de Pelayo. Pero es que resulta -que al igual que con el Portillo zamorano- hemos vivido en una mentira durante mil y pico años. Y es que estos investigadores tan prestigiosos y conocidos han descubierto que Pelayo ni era noble, ni visigodo, ni noble, ni nada de eso. No saben lo que fue, pero saben lo que no fue. Suena un poquillo raro...

Obviamente -al hablar de la Reconquista- tienen que tratar la llegada musulmana. Nada de invasiones ni de traiciones del conde Don Julian, ni de los hijos de Witiza, ni el obispo Oppas. Hoy ya no se habla de traiciones, sino de sucesos. Pasó porque sí, sin causas. Los árabes pensaron "ey ¿esa tierra de ahí arriba que hay gente raruna qué será? Vayamos a verlo". Y como les gustó la piel de toro, se quedaron.

Pero... ¿de dónde se han sacado ahora que todo esto no fuera verdad o no sucediera así? A finales de los 60, lo bueno y guay en la Universidad es ser antisistema -más o menos como hoy en día se sigue siendo-. ¿Y qué sistema teníamos? ¿Y cómo podía ser un historiador antisistema? Cuestionando y atacando los pilares en los que se asentaba el régimen franquista, es decir el Nacionalismo español, empezando por las gloriosas gestas de la Reconquista, a la cual se vinculó la Guerra Civil y la Cruzada de Liberación. En resumen: Un historiador marxista y antifranquista tenía que ser anti-Reconquista.

Es en los 70 cuando la historiografía marxista española empieza a cuestionarse el propio término "Reconquista". Entre muchos argumentos, el más utilizado es que "no hubo Reconquista porque a ellos no les conquistó nadie". Claro, si es que los musulmanes llegaron y como les gustó el asunto, se quedaron.

¿Hubo Reconquista? Sí. Por el mero hecho de que no sólo significó tomar territorios que ahora estaban en otras manos, sino recuperar la unidad política de la Península Ibérica y sobre todo espiritual. Es por eso, que en los Beatos se presente la invasión -nada de llegadas por que sí- musulmana como el Apocalipsis. Significó la pérdida de la cultura y valores occidentales y cristianos. La gente que quedó en la Cordillera Cantábrica luchó por recuperar su cultura occidental, para lo que tuvieron que luchar e intentar expulsar a los moros. 

¿Y Pelayo? Si bien es cierto que su origen no es del todo seguro y discutido, lo más lógico es que tuviera algún tipo de relación con la nobleza visigoda. Si no, no se podría explicar la unión matrimonial de su familia con la del dux Pedro de Cantabria, noble local y que -lógicamente- no iba a querer relacionarse con un cualquiera, y más en una sociedad que seguía siendo matriarcal.

¿Y qué me dices entonces del Portillo zamorano? Vellido Dolfos, pese a quien le pese y aunque los zamoranos quieran tener un héroe local que luchó por la libertad y contra los tiranos, fue un traidor. Vellido Dolfos, al haber ofrecido sus servicios a otro señor feudal -rey además en este caso- tuvo que jurar un pacto de fidelidad; ante Dios y sobre los Evangelios -como era costumbre-. Al dar muerte a su señor y romper la fides, según el Liber Iudiciorum, se traicionaba tanto al señor feudal como a Dios. Vellido Dolfos cometió traición, justo lo contrario de la lealtad.

Al igual que también hay que hablar de traición en el caso del conde Don Julián y del obispo Oppas, quienes rompieron su pacto con Rodrigo y no sólo permitieron y facilitaron la entrada bereber en Hispania, sino que en medio de la decisiva batalla de Guadalete, cambiaron de bando y apoyaron con sus ejércitos privados a las tropas de Tarik. Aparte de eso y para redondear el asunto, en el IV Concilio de Toledo (633) se prohibió pedir ayuda extranjera en las luchas entre visigodos.

Cada vez hay más casos de historias reescritas. Empezó con la historiografía marxista en los últimos coletazos del Franquismo y la (des)Memoria Histérica ha ayudado a avanzar el proceso. Contar las cosas como fueron o como tradicionalmente la Historia ha dicho que fue, implica ser un mentiroso nacionalfascista. Ahora lo que hay que hacer es buscarle tres pies al gato y cinco al perro. No basta con que la propia fuente primaria diga que ese hecho fue así, pues la fuente miente porque busca intencionalidad y justificación política -salvo que la fuente sea musulmana, faltaría más-. Es más fácil creer en lo que no pasó que en lo que pasó.

Cuidadín con lo que leemos y con lo que la tele nos mete con embudo cada semana...


"Rex eris si recte facies".

lunes, 16 de julio de 2012
16 de julio de 1212. A estas mismas horas, hace la friolera de 800 años, las tropas cristianas castellanas, portuguesas, navarras y aragonesas se estaban enfrentando al todopoderoso ejército almohade en la Batalla de las Navas de Tolosa. Los reinos hispánicos se jugaron el todo por el todo, pusieron toda la carne en el asador y se lo jugaron todo a una sola carta. El resultado de esta batalla pondría de lado la balanza para los cristianos o para los musulmanes. Los propios reyes estaban en la batalla. No como espectadores, sino luchando junto a sus súbditos por recuperar de una vez para todas Hispania, sabiéndose herederos de Toledo y estandartes de la Cristiandad.

16 de julio de 2012. 800 años después. Juan Carlos I, heredero de los reyes cristianos, está en su palacio, con su aire acondicionado y su mayordomo, comiendo trufas y viendo el "Sálvame". Así es la Monarquía de hoy en día. Estas semanas se ha venido especulando sobre la no asistencia del Jefe del Estado español a los actos de conmemoración de la Batalla. Yo he guardado la esperanza hasta el último momento de que se presentara, pues para eso es rey de España. Pero no, no ha ido. Se ha quedado en su casa, a la fresca. Y esto para mí, ya ha sido la gota que ha colmado el vaso. Intolerable su actitud.

Hace ya tiempo que veo cómo la Casa Real cae en descrédito. Tienen más protagonismos por programas del corazón y escándalos que por actos por y para el pueblo. No son una Casa Real, son un circo. Pérez-Reverte, en El Sol de Breda, narra cómo en medio de un motín, Alatriste le dice a Íñigo Balboa «tu rey es tu rey» (p. 84), obligándole así a no participar en la revuelta. Y tiene toda la razón. "Tu rey es tu rey", es el rey que te ha tocado, te guste o no; es el rey que te ha tocado, y como español, le debes obediencia y respeto. Pero yo ya a Juan Carlos no le puedo ver como mi rey. Sigamos con citas. San Isidoro de Sevilla dijo «rex eris si recte facies, si non facias, non eris», es decir "serás rey si actúas rectamente, si no actúas, no serás". Y Juan Carlos, hace ya tiempo que dejó de actuar rectamente. Sus principales defensores se basan en ser el salvador de la Democracia, de cómo abandonó la Dictadura y de cómo defendió la libertad en 1981. Hubo de esperar más de 25 años para que Juan Carlos volviera a hacer algo por España, en el celebérrimo suceso del "¿por qué no te callas?". Y ya. Estos han sido los grandes hitos de Juan Carlos I.

Yo con la famosa frase en la Cumbre Iberoamericana, volví a confiar en Juan Carlos. Parecía haber despertado de un letargo, de estar harto de las afrentas a España y a su nombre. Pero ahí se quedó. Los ataques a símbolos nacionales y reales han seguido y nadie ha salido castigado -la propia Constitución en el artículo 56 dice que la figura del rey es inviolable-. Juan Carlos lo que ha demostrado es ser un rey incompetente, que no sabe gobernar, prefiriendo ir de caza a países exóticos que asistir a actos de nuestra Historia, saliendo en la prensa por sus escándalos y por la de su familia que por realizar actos con el pueblo. Y luego le tildan de campechano.

Juan Carlos ha dejado de actuar rectamente, no puede ser rey. De nada sirve lo que hiciera en un pasado lejano. No se puede vivir toda la vida de algo, eso es ser muy oportunista. Juan Carlos ha convertido su corte en la de los últimos Austrias, la de Alatriste. Juan Carlos ha dejado de ir al campo de batalla -sin poner en peligro su vida en lucha alguna- para irse de caza y quedarse en casa. Hasta Felipe II, todos los reyes estuvieron presentes en guerras, poniendo en peligro su vida y la de sus hijos. Carlos V fue el último que salió de su Corte y acompañó a los ejércitos en las empresas. Felipe II ya lo dijo en San Quintín, la única batalla que presenció «¿es posible que de esto gustase tanto mi padre?». El Rey Prudente, más comodón, asentó la Corte y no salió de ella. Fue con él con el que empezó la salsa rosa real -en aquélla época se conocía como "Leyenda Negra"-, cuando los reyes perdieron su presencia en la lucha para estar presentes en las bocas y panfletos del pueblo. Su nieto Felipe IV -el rey de Alatriste e Íñigo Balboa- fue más dado a fiestas, cacerías -de elefantes no, por si acaso-, comedias y corridas de toros en la Plaza Mayor de Madrid. Con los últimos Austrias comenzó la salsa rosa real, y hasta hoy ha llegado.

Y ahora es cuando entran en escena los detractores de la Monarquía, con razón. Como todo hoy en día, sólo hay dos opciones: Blanco y negro, Monarquía o República. La Monarquía sirve para mantener la unidad española -muy bien expuesto por Juan Manuel de Prada en un artículo hace unos meses-, así como para garantizar el orden sucesorio, pues al no haber más opción que "al que le toque", no hay lucha alguna por hacerse con el poder. Siempre que en España no ha habido monarquía hereditaria, ha habido inestabilidad política: En el reino visigodo de Toledo, las luchas por el poder y los regicidios eran pan de cada día, con reyes que duraban semanas; en la I República, gobiernos de meses; y en la II República, los enfrentamientos por llegar a la presidencia del Gobierno -incluso una vez estallada la Guerra Civil- fueron constantes. La Monarquía es pues, quien da estabilidad y unidad al conjunto de las Españas.

Pero en efecto, no sólo hay Monarquía o República. Desde 1833, las opciones al trono de España tienen una vertiente más. Son los tapados por la Historia, los llamados pretendientes. El carlismo. Tras la traición a España de Fernando VII y su Pragmática Sanción, con Carlos María Isidro, hermano de éste y a priori futuro rey, surge un nuevo movimiento, tradicionalista. Fue Don Carlos el penúltimo rey que se puso al frente de un ejército español. Y tal vez la Historia fuera otra si la mala suerte -y el empeño de Don Carlos por tomar Bilbao- no hubieran provocado que Tomás de Zumalacárregui -el mejor general que han tenido las tropas txapelgorris- muriera. El caso es que la semilla de los pretendientes estaba plantada, creciendo y madurando con Carlos VII -último rey español en dirigir personalmente un ejército-.

Pero también hubo problemas dentro del carlismo. En 1971, el pretendiente Carlos Hugo -Q.E.P.D.- abrazaba el marxismo, traicionando así a todos los que lucharon por la Tradición, fundando un partido político, el Partido Carlista, de carácter federalista y de socialismo autogestionario. Por otra parte, Don Sixto de Borbón, hermano de Carlos Hugo siguió fiel al principio carlista. Fueron estos dos "carlismos" los que protagonizaron los tristes sucesos de Montejurra (1976).

Carlos Hugo tampoco pudo ser rey. Se apartó y fue expulsado del carlismo -por lo que tampoco ha obrado rectamente-. Algunos ven en su hijo Carlos Javier un futuro pretendiente. Pero aún no ha anunciado el abandono del marxismo y ya colma portadas de revistas y escándalos, tanto por su boda con una periodista -¿de qué me suena ésto?- como por tener un hijo bastardo.

Esto sólo deja una opción: Don Sixto de Borbón. Pero, ¿sería buen rey? ¿Basta que se le tenga a él en cuenta sólo porque otros no han obrado rectamente? Don Sixto de Borbón nunca se ha autoproclamado rey. Desde la escisión carlista, él siempre se ha referido a sí mismo como "abanderado de la Tradición" y "Regente", demostrando gran humildad y sin intenciones de querer el poder a toda costa, sino de ser él un mero administrador hasta que se solucionen las cosas -alguien tiene que haber-. A diferencia de Juan Carlos, Don Sixto sí ha participado en actos públicos relacionados con la Historia de España. Hace poco más de un mes, inauguró un monumento a las tropas rusas caídas en el Bando Nacional durante la Guerra Civil -sí, también había rusos no-soviéticos- y es el responsable directo de la "Asociación Santa María de África", una ONG destinada a la ayuda humanitaria y desarrollo en este continente. Igualmente, la Comunión Tradicionalista Carlista -pese a sus tensiones y discrepancias con Don Sixto- ha emitido un comunicado según el cual sí va a estar presente en los actos de la Batalla de las Navas de Tolosa.

Un rey que se preocupa por la Historia, presentándose a actos y llevando asociaciones humanitarias desde el ostracismo -preocupado no por el "qué dirán" sino por actuar con justicia y generosidad, y además de manera altruista- y teniendo que rebuscar en Internet para poder encontrarse referencias, sí merece regir un Estado, pues «rex eris si recte facies, si non facias, non eris» ergo «si facias, eris».

El Sabino Arana del s. XX.

viernes, 30 de diciembre de 2011
Hay personas que día a día, semana a semana, año a año, marcan tu vida, para bien o para mal. Suele ser inconscientemente, y el marcado no suele darse cuenta de ello hasta pasados varios años. He leído recientemente en columnas de periodistas bastante importantes -Pérez-Reverte creo que fue el último del que he tenido noticias- sobre sus profesores. Bien, yo también voy a hablar de uno de ellos.

El profesor al cual le "dedico" esta entrada, se llamaba Txema. Era un profesor de los de la vieja escuela -no como los super especializados de hoy en día, que tanta especialización para no enseñar nada-, de los de sota, caballo, rey, que enseñaba matemáticas, lengua, conocimiento del medio, educación física, religión... Y euskera. Era el tutor del "B", y a nosotros nos daba esta última. Creo recordar que fue profesor nuestro Tercero y Cuarto de Primaria, es decir, servidor tendría una edad de unos 8-10 años; esa edad en la que la personita empieza a tener sus primeros contactos con el mundo racional, adentrándose indirectamente en los peligrosos mundos de la religión y la ideología que a la postre marcarán al adulto.

Yo por aquéllos años, era una persona inquieta en clase. Era buen alumno, me portaba bien para que no me castigaran -evitando así un castigo mayor en casa-. Hacía lo mínimo para no tener problemas: Los deberes -el último día pero hechos-, estudiar -el último día pero estudiado- y no liarla demasiado en el cole -al menos con el profe delante-. En clase yo era una persona extrovertida, que se aburría y distraía con facilidad -y si había elementos faunísticos acechando por la ventana más-. Euskera era el culmen del aburrimiento y distracción.

Txema por el contrario, era un profesor alegre, cincuentón -casi sexagenario diría yo-. De cara larga y sonriente, pelo canoso y coleta -pese a sus años-. Solía ir con modernas gafas de sol. Era una persona tradicionalista pero moderna; lo mismo le quedaban bien las gafas de sol que una txapela. Tenía una voz melosa, a veces incluso empalagosa, por lo que no era difícil creer todo a pies juntillas, caracterizada por un fuerte acento vasco. O así lo recuerdo yo, tantos años después.

En clase, entre verbo y declinación, nos contaba cosas, sus opiniones y vivencias -como todo profesor de vieja escuela-. Más de diez años después, siendo yo ya una persona con seso suficiente y con una capacidad crítica superior a la que podía tener con 10 primaveras, puedo analizar mejor aquél profesor y lo que nos contaba en clase. Era un tipo creyente, religioso y tal vez practicante. Entre otras muchas batallitas de abuelo Cebolleta, nos contó que una vez, su hija tuvo un problema -no estoy muy seguro, pero creo que era una operación; vamos, que ya estaba encargando el traje de madera-. Él, fue a la Basílica de Nuestra Señora de Begoña, y Nuestra Señora libró a la hija de Txema -no sé si del otro barrio o de la operación, pero supongo sería lo primero-, insistiendo en que tuviéramos fé. Puede que sea un dato pequeño para adjetivar de esta forma a una persona, pero entre otras muchas cosas, nos enseñó a recitar el Padrenuestro en vasco, y una vez nos lo sabíamos, lo cantábamos, como si en eucaristía estuviéramos... -y debió de surtir efecto, porque años después, aún me sigo acordando del Gure Aita zeruetan zarana...-.

También nos hablaba de los "peligros" de la vida. Nos lo decía metafóricamente, para que nosotros -infantes-, lo captáramos mejor. Nos enseñó a tener respeto, a elegir nuestras amistades... Muy filosófico el tipo. Abundantes eran sus parábolas, pero el tiempo las ha ido enterrando.

Lo que más yo recuerdo de Txema, es su nacionalismo vascongado -tal vez ligado a su condición de profesor de euskera-. Nunca dijo nada en contra de España, pero tenía un odio especial a los Reyes Católicos. No sé por qué, pero frecuentes fueron sus charlas en contra de ellos. A mí por aquél entonces, ya me caían bien las Católicas Majestades, unido a que siempre he sido demasiado crítico y que nunca me ha gustado que me impongan una opinión por que sí, pensaba "este tío es tonto". Mientras el resto de mis compañeros caían en la melosidad de sus palabras, yo era -una vez más- el rarito que no podía concebir que doña Isabel y don Fernando fueran malas personas. Nunca dijo nada contra Carlos I o contra Felipe V -más fáciles de criticar por el tema foral- o incluso contra Franco y su censura. No. Él la tenía cogida con ellos dos, con nadie más.

Se podría decir que Txema era un nuevo Sabino Arana enmarcado un siglo después de éste. Católico, creyente fervosamente, defensor de las vascongadas... Con coleta y gafas de sol. Un tipo que sabía lo que quería y lo que no quería, fruto de leer, pensar y criticar. Nada que ver con los nuevos sabinoaranas adoctrinados por el "España=malo. Euskaldunok>fasciespañoles. =>Independicémonos". No era de esos que dice cosas que el pueblo quiere oír, haciendo que le sigan una panda de corderitos hipnotizados por palabrería bonita, tergiversada y demagoga. Txema tenía más clase. Txema lo soltaba a niños de diez años. Si me quieres creer, bien, si no, ya tendrás tiempo de creer lo que quieras. Hay formas y formas.

Llegué a sentir asco por el euskera -una "lengua" con la que podías ir a Vizcaya, Guipúzcoa, Álava y un cachitín de Francia-. Llegué a sentirme avergonzado de haber nacido allí, pues en seguida me dí cuenta del percal que había a mi alrededor, de odios intestinos en una sociedad en la que o callabas, o decías lo que otros querían escuchar.

Después de tantos años, me doy cuenta que Txema no era malo. Tenía sus ideas. Ideas buenas -algunas han calado hondo en mí-. Se podía discrepar o no, pero no imponía su opinión, la daba. Tan diferente él de los nuevos Sabinos o los nuevos Cambós, maquetos y charnegos que basan sus teorías en ideas románticas sin pies ni cabeza.  O tal vez era igual que ellos, pero a mí es la idea que me queda de él. Ya jubilado, seguramente no vuelva a saber nada más de Txema. Es una lástima, pues sinceramente me gustaría saber sus por qués, tener una charla ex-profesor ex-alumno. Seguramente ahora mismo, esté disfrutando de su jubilación, Deia en mano y escuchando a Mikel Laboa, fiel a sus ideas. Por mi parte, se la ha ganado.

Por cierto, mi abuela está bien, gracias por preguntar.

Las dos Españas y sus camisetas

domingo, 10 de julio de 2011
Yo ya lo decía hace un año en otra entrada. Sí, en efecto, hace un año, el afán nacionalista producido por los éxitos de la Selección Nacional de Fútbol -recordemos que los éxitos en tenis, baloncesto, ciclismo, automovilismo y otros tantos deportes no merecen mención ninguna- se plasmaron en la repentina aparición en la mayoría -siempre hay excepciones, como se verá más adelante- de las casas españolas de enseñas nacionales. Muy raro me pareció a mí en su momento que ningún lumbreras de estos que aparecen para dar la nota hiciese su aparición. Hasta hoy. Pues ante todo, esta gente que busca el conflicto barato y fácil, se caracteriza sobre todo por su cobardía, por no tener las narices suficientes de montar el tinglado que está montando hace un año, cuando el sentimiento patrio estaba en pleno auge. No no no, mejor esperamos un añito, cuando toda esta moda haya pasado.

Así pues, con la conmemoración de la consecución del Mundial de Fútbol, un rojete de turno, de esos que ven una bandera con sólo dos franjas y les entran pústulas y se les cae la piel a tiras, ha entrado en escena. Un rojete de esos que lo que busca es volver a tiempos de la Guerra, de maquis, de revoluciones y toda esa parafernalia histórica que han montado los que no son capaces de asumir que la Guerra empezó y terminó, esos que hasta que no ganen y se salgan con la suya -como cualquier hijo malcriado y llorón- no estarán contentos. De esta forma, no se ha dudado ya en hacer una camiseta de España versión 2.0, republicana -o eso dicen ellos-.

Los propios autores de este acto -con un tal Fernando Ruiz a la cabeza- así lo aseguran: «Estábamos cansados, nos repateaba tanto nacionalismo, tanto chovinismo y el uso político que se hizo del título conseguido en Sudáfrica. Así que decidimos que teníamos que hacer algo». Exacto, Hispania Hispaniae lupus, es decir -modificando levemente la célebre máxima de Hobbes-, "España es un lobo para España". Por eso mismo, y con tal de tener que meter el dedo un poco más en la herida abierta desde 1939, ni corto ni perezosos, comenzaron a tejer la elástica republicana.

Lo llamativo -lógicamente y conociendo el amor que estas gentes sientes por "lo morado"-, es la división de la prenda en tres franjas, las tres correspondientes con las franjas roja, amarilla y morada de la bandera Republicana -un diseño que a más de uno le recordará la llevada por la Selección durante la Copa Confederaciones en el 2009-. El escudo también varía. Lo primero y más importante, es la supresión de la Corona Real, la flor de lis borbónica y la "R" de "Real" de la Federación Española de Fútbol -pues como buenos republicanos que son ellos, la Monarquía no tiene lugar (pese a que son perfectamente compatibles)-. A continuación, la estrella privilegiada, la que sólo los campeones del Mundo pueden lucir sobre sus escudos, sería sustituida por la de cinco puntas rojas, emblema más que asociado al comunismo. A su vez, el escudo republicano es el mismo que el utilizado durante el gobierno del Frente Popular, gobierno más radical de izquierda, que más ruina causó y que fue el responsable del estallido del Conflicto que todos conocemos -pero es para hacer la broma ¿eh?-.


A partir de aquí, es donde se dan las incongruencias y las ironías típicas de la gente que lo único que busca es el conflicto fácil. El propio autor asegura que no es seguidor del "deporte rey". Es fácil ver con esta afirmación cuáles son los verdaderos motivos del "repateo": La aparición de banderas constitucionales y no anti-constitucionales -pues hay que recordar, que la Constitución Española, asegura que la bandera nacional está formada por tres franjas, dos rojas arriba y abajo y en el centro una amarilla de un grosor superior a las dos rojas; nada de morados, igualdad en las franjas ni nada por el estilo- fue el motivo por lo que los "niños de papá" republicanos decidieran que tal afrenta nacionalista, fascista, facha, pepera y que contó con el apoyo del Papa y de EEUU entre otros no podía quedar así, por lo que se tomó la magnífica idea de la elaboración de la nueva camiseta. Luego vendrán vendiendo la moto de que en España no hay libertad de expresión, ni democracia ni esto, ni lo otro y el gobierno opresor de Madrid, los fascistas por un lado, el Papa por el otro bla, bla, bla... y los primeros que se saltan la libertad de expresión, la libertad de adornar cada uno su balcón con lo que se quiera -ya que yo al menos un par de "tricolores" vi-, son ellos, pues está mal que haya banderas de España (en España).

Sólo hay que ver las declaraciones para darse cuenta de su odio y cobardía a lo patrio: «Al ver tanta bandera pensé que igual se había producido un golpe de Estado». Sólo un enfermo mental o un cobarde puede relacionar la bandera de España actual con la Guerra. Estas declaraciones lo que hacen es afirmar algo que se tenía ya claro desde el principio de esta entrada: Hay que ser muy cobarde para hacer la camiseta ahora, y no en pleno auge del patriotismo español. He aquí la gran valentía que profesan estas personas, las que no dudan en manifestarse por "sus" libertades, eso sí, que no sean menos de 20 personas que si no...

Siguiente paso: Para que la provocación surta efecto, hay que vender la camiseta. Para ello, se contrató a un empresario -de derechas, pues como el mismo inventor afirma «por encima de la ideología está la rentabilidad»-. Jo, de izquierdas y buscan el beneficio. Estos son los más listos, en lugar de una camiseta han inventado una nueva ideología: El capitaliscomunismo. ¡Toma ya, y se quedan tan anchos! Si tan Republicanos son, que las regalen, que hagan las camisetas por su ideología, sus convicciones, no para sacar dinero -que 40€ cuesta la tontería sin contar los gastos de envío, que con ello ya la broma asciende a los 50€ (lo mismo que la camiseta de la Unión Deportiva Salamanca, un equipo federado y profesional)-. Si tan republicanos son , ¡que las regalen! Todo para el proletariado (pero sin el proletariado, claro está, el absolutismo ilustrado del s. XXI). Luego estos republicanetes que lo que buscan es forrarse a costa de crear discordia y abrir heridas, serán los mismos que -con merchandising del Che en pecho y entonando La Internacional-, votarán a los sociolistos, porque de listos, se han llevado todos los premios.

Ahora falta pulir la equipación entera, ya se sabe, el atuendo del portero -que será el rojo del P.O.U.M. o tal vez a éste se le añada una franja negra para hacer la insignia de las C.N.T.-F.A.I., quién sabe-, el equipaje de entrenar, el de las ruedas de prensa, el segundo equipo -que bueno, será intercambiar el atuendo del portero con los de los jugadores de campo, porque los colores se acaban (aunque visto lo arlequinesco de la camiseta, no creo que haga falta)-, meter publicidad por todas partes, patentar la marca "14bril" o algo así... Si el caso es ser republicano, eso sí, forrado de capital.

De esta forma -al igual que el diseño circense de la elástica-, el único calificativo para esta gente, que lo que buscan es el conflicto y la discordia -pese a que luego hagan leyes para SU Memoria Histórica-, es la de payasos. Y el año que viene, una Eurocopa. Temblad rojetes, temblad...

España: ¿Moda o Sentimiento?

viernes, 30 de julio de 2010
El Mundial... ¿Qué tendrá ese evento deportivo que hace que cada cuatro años saque de todos nosotros ese patriotismo oculto plasmado en vestir con camisetas de España, adornar con banderas balcones, terrazas y coches o gritar a los cuatro vientos que uno es más español que otro? Cada dos años -si tenemos en cuenta la Eurocopa- se puede llevar por la calle una bandera de España sin tener que soportar gritos de facha, fascista, franquista y demás sinónimos o -exagerando los casos- sufrir esputos y arrojamientos de objetos.

Se podría decir que «toda España está ocupada por banderas... ¿Toda? ¡No! Una Comunidad poblada por irreductibles vascos resiste todavía y siempre al invasor. Y la vida no es fácil para las guarniciones de españoles en los reducidos campamentos de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava...» Sí, obsérvese la similitud de nuestro caso con el narrado por Goscinny y Uderzo en sus celebérrimos comics de Astérix... ¿Ah no? Mientras el Lehendakari anuncia la apertura vasca hacia el resto de España programando partidos del combinado nacional en Euskadi y otros eventos similares, los irreductibles, los nacionalistas señores Urkullu y Anasagasti al frente declaran en público y sin tapujos su preferencia por selecciones extranjeras rivales de la española antes que por esta última. Con semejantes políticos, ¿quién es el guapo que osa colgar de su balcón una rojigualda o salir por la calle con la elástica nacional? Pero sólo de España, porque de Italia, Brasil, Argentina... bien de ellos. Y yo me pregunto: ¿De ser considerado España en estos lares una nación extranjera al igual que Brasil o Italia, por qué no se pueden llevar sus colores? Dichoso país...

En fin, volvamos a España... Como ya he mencionado antes, es el Mundial ese evento que saca de todos nosotros el sentimiento más patrio, tanto que incluso la gente de izquierdas -de toda clase, desde anarquistas a comunistas pasando por republicanos o federalistas- se deja llevar por la moda y cuelga de su balcón la más que vistosa enseña nacional o cambia sus atuendos negros con una "A" gigante por otra roja con el escudo de la R.F.E.F. Pero... ¿esto no va en contra de su ideología?

Por debajo de este grupo se sitúan las niñas de 15-16 -o 25 si son retrasadas-, las pijitas y guapas, las que intentan aparentar 22 a base de maquillaje barato pero que aparentan una lástima de padre y muy señor mío. Sí, son ellas las más españolas de todas, las que más entienden de fútbol, la que se conocen la alineación a la perfección pero que luego les preguntas por Zarra, Amancio, Iríbar y un largo etcétera y te miran como si llevaras ropa de segunda mano -oh, que horreur-. Son ellas las que se tragan todos los partidos de la selección, incluso un España-República del Mondongo amistoso, pero que no dejan de ir de shopping mientras retransmiten un Alemania-Inglaterra, un Holanda-Brasil o un Alemania-Argentina. Edad del pavo, sin más comentarios.

Para colmo, la primera derrota frente a Suiza.Tras el fantástico debut -bien merecida pese a los intentos de diarios sensacionalistas de demostrar lo contrario y pese a la nueva moda de desar morir a los suizos-, ya todo es negativo: Que si no vamos a ganar, que si somos muy malos, que si nunca pasamos de cuartos, que si la culpa es del seleccionador... Críticas por todos los que horas antes veían levantando la copa a Casillas. Para eso, los argentinos, han sido no eliminados, sino humillados y llegan a casa arropados por patriotas de verdad -no unos que se dejan llevar por la moda- que están en las buenas y en las malas, pidiendo la continuidad de Maradona. De haber sido aquí, lo primero sería pedir la cabeza de Del Bosque, lo siguiente no reconocer nuestro error explicando los fueras de juego, las faltas y los penaltis que pudo haber y por último los comentarios de «esto ya lo sabía yo, esto es como siempre, siempre igual, no pasamos de cuartos...» realizados por los más patrióticos que nadie, acompañado de la desaparición masiva de elementos relacionados con la Selección. Chapeau para Argentina.

Harto llegué a estar del dichoso Mundial, de no ver más que fútbol de España, gili-reportajes y a la Belén Esteban. ¿Y la crisis? ¿Y los problemas sociales? ¿Para qué? Señores, ¡hay fútbol! Eso sí, luego Nadal gana su segundo Winbledon y ¿dónde están las banderas? ¿Que hay mundial de baloncesto? ¿Y qué? ¿Acáso esos no son españoles? Hemos ganado mundiales de Fórmula 1, de motociclismo en todas las categorías, baloncesto, balonmano, fútbol-sala, hockey, tenis, waterpolo, el Tour, la Vuelta y un larguísimo etcétera y... ¿dónde están las banderas nacionales? Conclusión: Ser español es una moda pasajera y barata condicionalda única y exclusivamente por el fútbol, teniendo en la selección española -que no "la Roja" puesto que ese epíteto ya está en posesión de una tal Dolores Ibárruri- su máximo exponente.

Ahora hay una ley antitaurina, todos los españoles pasando, la crisis sigue, qué más da, un mundial de baloncesto en un mes, los sub-19 jugando una final... Somos campeones de fútbol, ¡olvidemos todo lo demás! Con la victoria, ¡soy más rico! Ah no, que yo no gano nada de las primas del Mundial...