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Carta al Presidente de la Unión de Cofradías Penitenciarias de Cáceres.

martes, 17 de abril de 2012

Cáceres, a 13 de Abril de 2012.

Estimado Presidente de la Unión de Cofradías Penitenciarias de Cáceres:

Le escribo para comunicarle una serie de incorrecciones y posibles medidas para evitar las primeras, con el fin de que la Semana Santa cacereña (declarada de Interés Turístico Internacional), no se convierta en el “circo” en el que año a año está degenerando esta tradición. Como ya hay “costumbres” que se repiten en las procesiones, este año -y sin poder aguantar más la pantomina que se está formando- he decidido ir apuntando todas aquéllos actos, incongruencias y faltas de respeto que se dan por parte tanto de los hermanos cofrades de las distintas Hermandades -siempre buscando la generalización, sin ceñirme a una procesión o Cofradía en concreto- como de los espectadores, quienes también deberían de moderar su comportamiento.

Así pues, procedo a escribirle cuanto antes una breve reflexión sobre este “circo” en Semana Santa, con el fin de hacerle que comprenda, lo que de verdad hay, y para -por si fuera posible-, aplicar ciertas limitaciones.

Para este análisis, parto sobre todo de las procesiones en las que los hermanos cofrades van sin verduguillo, capirote o cualquier otro elemento para cubrir el rostro. Hay cofradías, que dependiendo del rol desempeñado por el penitente -bien carga, bien escolta- llevan o no el rostro tapado. Da la coincidencia, que en todas en las que la primera circunstancia se da, más niños pequeños y chicas adolescentes procesionan; los primeros para que las vecinas y amigas de su madre puedan ver lo guapo que va, las segundas (bien maquilladas y peinadas) para que sus amigos puedan hacerlas bien de fotos -yendo con unos aires de superioridad inauditos en una fiesta religiosa de tanto calibre-. Es decir, que como se les puede ir viendo la cara -pudiendo ser reconocidos por el resto de espectadores-, los cofrades prefieren ir de carga (es de carga generalmente como se va descubierto) para que se les pueda ver bien (véase así el caso de las Cofradías de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Misericordia, y la de los Ramos, Cristo de la Buena Muerte, Virgen de la Esperanza y San Juan Bautista, donde se dan “jaurías” de niños menores de 8 años “custodiados” por chicas adolescentes de menos de 17, procesionando ambos por mera apariencia -los primeros por su madre y las amigas de su madre y las segundas por sus amigos-).

Una forma de acabar con esto, es obligando a todas las cofradías la implantación de verduguillos y capirotes, pues de procesión se va a hacer penitencia (no a pasearse bien guapo por las calles con el único fin de ser reconocido y darse importancia), y la penitencia -es decir, el sufrimiento a cambio de cumplir una promesa o por haber pecado- debe ser privada y anónima (al igual que todos aquéllos penitentes que, pies descalzos, cargan con un madero a la espalda; esos tienen la admiración de todo el público, y ninguno puede ser reconocido).

Otra cosa mínima que debería ser obligatoria sería que el Hermano Cofrade esté bautizado y haya hecho la Primera Comunión; de esta forma, se asegura que en la procesión haya niños con una formación cristiana básica, que sepan por qué procesionan, que tiene un significado y unas connotaciones espirituales. Igualmente, para ser hermano de carga, se debería hacer el Sacramento de la Confirmación, teniendo así la persona una formación católica superior y -debido a su mayor edad- una altura y una fuerza física suficiente como para poder llevar el paso. Así, la distribución de roles quedaría de la siguiente manera: Entre 10 (Comunión) y 17/18 años (Confirmación), obligatorio hermano de escolta; a partir de la Confirmación, elección de carga o escolta. Eso sí, siempre con el rostro tapado, pues se trata de una procesión penitenciaria, no un desfile.

Igualmente, y para facilitar el tránsito de las distintas Procesiones y con el fin de que su vistosidad sea mejor, habría que vallar las distintas calles por las que pasa esta, de tal forma de que la gente no se cruce por el medio de la procesión, suponiendo un problema tanto a los hermanos cofrades -pues molesta bastante ver cómo se cruzan, dificultando el paso de éstos-, una falta de respeto hacia las Imágenes, penitentes y devotos, y sobre todo para que no sean molestados los demás espectadores, quienes -en la mayoría de los casos- llevan esperando horas para que justo cuando viene su objeto de devoción y espera, sean molestados porque ha cruzado alguien y tiene que meterse entre el público, para no quedar en medio de la marcha -y eso en el mejor de los casos, porque tampoco hace gracia que se ponga alguien que ha llegado hace un minuto delante de otra persona que lleva esperando horas-. También se evita que los cofrades salgan de la Procesión, para ir al servicio o directamente para irse a casa -he aquí la gran devoción y penitencia que sufren-. A su vez y para dar seguridad, sería recomendable presencia policial tanto en la vanguardia como en la retaguardia de la procesión.

Como última medida, propongo la supresión de los “pasos infantiles”, sin tradición ninguna y creados hace un par de años con el fin de que los chavales de 12/13 años puedan sentirse mayores por un día portando un Cristo; y es que no hay que olvidar, que ante todo, son niños, así que ya tendrán tiempo de crecer y cargar un paso de verdad. Curiosamente, sólo he visto dos Cofradías que hayan implantado esta nueva moda: La del Nazareno y la de Ramos, una coincidencia que tal vez se dé porque tal es el número de niños que van de carga sin tener edad para portar un paso, que han tenido que crear uno para que no haya stock. Tampoco estaría de más recordar a los espectadores que las saetas no se aplauden, pues son una oración en forma de canto personal de devoción hacia Cristo o la Virgen -según convenga-.

En resumidas cuentas, Cáceres posee una Semana Santa preciosa, de Interés Turístico Internacional. Tenemos que intentar entre todos mantener este status y hacer honor a tal distinción, procurando que la Semana Santa recupere la devoción y espiritualidad perdida, pues va camino de convertirse en un “circo” donde en lugar de leones, elefantes y payasos habrá cristos, vírgenes y hermanos de carga respectivamente; pues la Semana Santa se compone de olor -el del incienso y flores de primavera-, sonido -el de las bandas y agrupaciones instrumentales- y sobre todo, luz -la de los cirios que portan los hermanos de escolta, en peligro de extinción por mero hecho de ir con el rostro cubierto-.

Así pues, me gustaría que se tomasen en cuenta estas recomendaciones. Le escribe una persona que es hermano de la Pontificia y Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Misericordia, y que años ha, salía de escolta, pero que por estas circunstancias en esta carta descritas, ha perdido las fuerzas, la fé y la devoción necesarias para formar parte activa y directa de la Semana Santa de Cáceres, al ver cómo prima la apariencia y la importancia de procesionar sobre la espiritualidad y fé católica.

Un cordial saludo.


PD: Le adjunto dos fotografías en las que se muestra la “otra Semana Santa”, la que no interesa que salga en las guías turísticas pero que los foráneos también ven y cuentan:

"Educación" y verdadera devoción
de dos "cofrades". No hace falta
dar más explicaciones.
Esto es lo que acaba sucediendo
cuando participan niños
pequeños. Una estampa
lamentable.




España, ¿por qué me has abandonado?

viernes, 26 de agosto de 2011
Este mes, se han celebrado en Madrid las XXVI Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ). Como era de esperar, los anti-católicos -no confundir con ateos, agnósticos u otros grupos no creyentes-, pusieron el grito en el cielo. ¿Su escusa? El dinero y que España es un Estado laico. Como siempre, los que más de listos se las dan, meten la pata hasta la cadera, pues -aunque les duela en su alma anti-eclesiástica-liberal-izquierdosa-, según el Arículo 16.3 de nuestra Constitución, «ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones». Repetimos: Relaciones de cooperación con la Iglesia Católica. En efecto, España es un país aconfesional -es decir religioso pero sin religión oficial- y no laico -sin relaciones con las distintas creencias-. Suena parecido, pero no es lo mismo. Y respecto al dinero, bien es cierto que ha costado 50 milloncetes de Euros pero... ¿y las ganancias que ha dejado el evento no sólo en la capital, sino en las distintas ciudades a las que han ido de turismo? (Y sin descuentos ojo). ¿Y el turismo que ello supondrá a España cuando los peregrinos decidan volver con amigos o familiares? (Y sin descuentos ojo). ¿Y los millones de euros -31 estimados- AL AÑO que la Iglesia ahorra al Estado gracias a sus diversas obras? (Y sin descuentos ojo). ¿Y la encomendable labor social y ética que realizan los obispados? (Y sin descuentos ojo). Por no hablar de las distintas organizaciones como Cáritas Diocesana o Manos Unidas que destinan sus ganancias a los más desfavorecidos. (En efectos, una vez más, sin descuentos).

Bueno, hecha esta pequeña introducción, vamos al grano, pues podría escribir parrafadas y parrafadas que aburrirían al lector. Lo más gracioso es que estaba decidido que fuera Madrid la próxima sede de las JMJ desde hace años. Hace bastante tiempo que se ven carteles y eventos pero claro, hay letra pequeña. En los carteles ponía claramente "Jornadas Mundiales de la Juventud", lo cual -lógicamente- llamaba la atención de los anti-católicos, gozosos de que se hicieran. Inocentes ellos que no sabían la verdadera maldad que encerraba aquélla fiesta dedicada a la juventud, pues traerían a nuestro pacífico (jaja seguro...) país al más aférrimo de los males habidos y por haber: El mismísimo Papa de Roma, la piedra de esa secta conocida como Iglesia. Han tenido que pasar años hasta que han visto que lo de las cruces y mensajes éticos y morales no encajaba con el concepto que tienen estas personas de "fiesta" -es decir, jolgorio, alcohol y drogas por doquier-. Claro, la advenida del Papa traería consigo la llegada de un ejército similar al de la siguiente imagen:


Aspecto que, según los anti-católicos, iban a tener los participantes en las JMJ.
Obsérvese el detalle del brazo en alto.
Pero no, resultó no ser así, y la cara que se les quedó a todos aquéllos alimentados por el tópico de cristiano bueno, meapilas, anti-vicios, éticamente correcto, cayó, quedándoseles una cara similar a cuando descubrieron que no iban a ser misas, sino jornadas de encuentro mundial con jóvenes de todos los países, con presencia mínimas de misas y actos religiosos. Mientras tanto, su impotencia al ver que sus grito protesta -alimentados por tiempos revolucionarios que leyeron en algún sitio (al más puro estilo "Papá cuéntame otra vez" de Ismael Serrano)- se iba a la porra y cada vez llegaban más y más jóvenes cristianos, seguía en aumento, y a falta de argumentos lógicos y válidos -pues lo de los 50 millones, los descuentos y las mochilas parecía tener cada vez menos base-, pasaron a la acción directa, lo que más les gusta, agredir, pues como buenos niños malcriados y llorones, hasta que no se salen con la suya, no paran. Ahí fué cuando decidieron atacar en nombre de la no-cristiandad, acción que tantas veces achacan a sus católicos enemigos. Los jotaemejoteros, demostrando educación y saber estar, hicieron oídos sordos ante tales ataques, creciendo la impotencia de los anti-católicos al ver que se les ignoraba y no se les hacía caso. He aquí una de las numerosas muestras de este pacifismo que caracteriza a los indignados -por emplear el epíteto que ellos mismos se han dado, pero que les pinta mejor el "quejicas"-:




Ya lo dice el refranero popular en su extensa sabiduría: «A palabras necias -a la derecha-, oídos sordos -a la izquierda-». Esta es la imagen que se le ha dado al mundo: País marrullero, buscabroncas, crispador. Las JMJ llevan AÑOS haciéndose (cuán Mundial u Olimpíadas), habiendo pasado ya por ciudades tan importantes como París, Roma, Toronto o Sídney, y por países como Argentina, Estados Unidos, Polonia, Filipinas o Alemania; cabe destacar a la vez que nuestro país es la segunda vez que las acoge, pues en 1989 ya estuvieron en Santiago de Compostela, pero como la moda por aquél entonces no era ser anti-cristiano, no pasó nada. Exacto, con acciones y comportamientos como éste, queda claro -una vez más- que, efectivamente, «África comienza en los Pirineos», a la vez que me resuena en la mente el «Santiago, y cierra España» regeneracionista -no confundir con el «Santiago y cierra, España» de los Tercios de Flandes-.

Así pues, ante el avance de la moda laicista, yo me pregunto... «España, ¿por qué nos has abandonado?». ¿Cuándo dejaste de ser el defensor de la Cristiandad? Y me consuelo con «España, perdónalos porque no saben lo que hacen». Era algo parecido, ¿no?

Atrás han quedado ya los tiempos de Reyes Católicos, Cides, Pelayos, Torquemadas, Borgias,  Reconquistas, Santiagos, Lepantos, Navas de Tolosa, Inquisiciones, parias, taifas y otros hechos en los cuales los españoles eran los herederos de los visigodos toledanos, adalides de la fé católica, en los que la peor de las afrentas era dudar de la sangre cristiana y su pureza. España ya no es aquélla «evangelizadora de la mitad del orbe, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio…» que describiera D. Marcelino Menéndez Pelayo. No, ahora en España manda la moda de ser anti-cristiano, anti-Real Madrid, anti-derechas -bueno, y anti-sistema para redondear la cosa-, pues cristianismo, Real Madrid y derecha es sinónimo de censura y dictadura. Exacto, quieren libertad y tolerancia aquéllos que imponen SU libertad y SU tolerancia. ¡Claro que sí! Pero eso es otra historia...

La batalla entre San Patricio y Doña Cuaresma

sábado, 19 de marzo de 2011
Hace ya tiempo, ocurrió una gran batalla, librada entre las tropas de Don Carnal contra las de Doña Cuaresma. Este épico suceso se saldó con la victoria de la segunda sobre el primero, tras lo cual vino la posterior prisión del vencido. Esta contienda nos ha llegado relatada de la mano de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, quien en el s. XIV, escribió El libro del buen amor, una obra del Mester de Clerecía que contiene -entre otros- la "Batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma", donde se narran estos hechos.

"Combate entre el Carnaval y la Cuaresma".
Pieter Brueghel el Viejo.
El final de Don Carnal es desconocido. Tras su prisión, no se sabe si recuperó su libertad, si se le perdonó, si escapó, si murió... Lo que está claro es que el nuevo enemigo de Doña Cuaresma es ahora un personaje llegado de las islas británicas: San Patricio, patrón de Irlanda. Su ejército está compuesto por miles de jóvenes ataviados con lóricas verdes, su blasón es un trébol tri-fólico y su ritual antes de entrar en liza es consumir litros y litros de alcohol -preferiblemente zumo de cebada, de color aúreo y conocido como cerveza-.

Precisamente, en el actual Carnaval se rinde homenaje a Don Carnal. Son dos días -Lunes y Martes de Carnaval- de fiesta, llenos de alboroto y despilfarro, días que hay que aprovechar antes de que el Miércoles de Ceniza llegue el reinado de Doña Cuaresma, cuarenta días de austeridad y recogimiento para preparar la llegada del Domingo de Ramos, y por ende, de la Semana Santa. Pero no, ahora a Doña Cuaresma le ha salido un rebelde: Patricio de Irlanda (s.V), misionero cristiano evangelizador de Britania. En plena Cuaresma y su autoridad y seriedad, los súbditos del britano se dedican a emborracharse y celebrar por todo lo alto que prefieren la algarabía festiva impropia de la Cuaresma, dejando todo arrasado a su paso, como si una batalla hubiera tenido lugar.

Pero claro, gente atea, agnóstica, no cristiana y sus largos etcéteras pueden decir «ah no no, yo la Cuaresma me la salto, esa no es mi religión». Su derecho tienen, en eso estamos de acuerdo pero... ¿para qué celebras entonces una fiesta dedicada a una santidad cristiana? ¿No eres cristiano para celebrar la Cuaresma y el Miércoles de Ceniza pero sí lo eres para disfrazarte en Carnaval y emborracharte en San Patricio? Sinceramente, no lo entiendo... He aquí la incultura e hipocresía de estas generaciones, para las cuales cualquier ocasión de jolgorio y sobre todo de ebriedad es bien recibida, pese a que vaya contra sus creencias, ideologías, pensamiento o cultura. «¿En Carnaval y San Patricio me puedo emborrachar? Y a mí que me importa de dónde procedan y su significado, ¡me puedo emborrachar!». Y así, todo.

Al igual que la Trinidad, el trébol
son tres foliolos en una misma hoja.
Pasemos a sus insignias, sus estandartes. Al color verde-irlandés -pues el sinónimo con la esperanza está ya olvidado-, aparece ahora el famoso trébol de tres hojas, otro elemento vinculado a la religión católica, pero -seguramente en la gran mayoría de los casos- desconocido por estos jóvenes. Bien pudieran haber elegido por blasón una serpiente -pues bien es sabido (tal vez por estas hordas de borrachos no) que San Patricio libró Irlanda de estos reptiles-; pero no, es un trébol, y no de cuatro hojas -sinónimo de suerte- sino de tres. ¿Casualidad? No. Se cuenta que en una ocasión, este santo explicó la Santísima Trinidad comparándola con esta planta, pues era igual al trébol: Una misma unidad con tres personas diferentes, una misma hoja con tres foliolos. De ahí que sea éste el símbolo de San Patricio; es decir, estos pequeños incultos portan tréboles como quien porta una cruz, solo que ellos no lo saben.

De todas formas, la historia se salda con el fin de la sublevación patricia a manos de Doña Cuaresma, quien vuelve a establecer el orden y la calma, así como la restricción de la consumición de carne los viernes, al menos hasta que acabe su reinado el Domingo de Ramos.

El Gran Circo de la Semana Santa

jueves, 13 de mayo de 2010
La Semana Santa son esos cuatro días de fiesta perdidos en el mes de Marzo o de Abril según la disposición de los astros. Se supone que son días de recogimiento, devoción, pasión, espiritualidad, abstinencia, expiación, penitencia… en los que se conmemora la muerte de Cristo; muerte para la salvación de la Humanidad.

Ahora bien, la teoría es toda muy bonita; pero ¿dónde queda el recogimiento, la espiritualidad, la abstinencia y sobre todo la penitencia? Si se busca el término “Semana Santa” en cualquiera de los buscadores de Internet, todos coinciden la gente –por no llamarlos penitentes- disfrazada. Sí, disfrazada., pues es en lo que se están convirtiendo estos días tan sumamente sacros: En el segundo Carnaval del año. Éste está concebido como el último día de excesos antes de entrar en la Cuaresma, un día también festivo en el que la gente comete excesos y se disfraza en una tradición completamente pagana. La Semana Santa es igual. La gente se preocupa más bien en disfrazarse y salir presentera en procesiones, procesiones que cada vez se asemejan más al Entierro de la Sardina carnavalesco.

Si son días de fiesta es por ser una semana de luto, luto por la muerte del Hijo que dio su vida por la salvación de los hombres. Así pues, como si se tratara del luto por un ser querido, son unos días de oración, penitencia y lágrimas, no de vacaciones y playas. Si hay “fiestas” es por un significado puramente católico, por lo que alguien no creyente, no cristiano o atea debería atenerse a sus ideologías –tan respetables como las demás- y seguir con sus menesteres del día a día como el resto del año, y no ser el primer hipócrita y tomarse unos días de relax. ¿O acaso tomamos nosotros vacaciones por el Ramadán o por la Pascua Hebrea?

Lo más llamativo son las procesiones, las cuales cada día se asemejan más a un circo. Se trata de imágenes santas que desfilan como si de animales se tratase, sin ningún ápice de respeto y mucho menos aún devoción. Son animales a los cuales acompañan los payasos –en el buen sentido de la palabra- de los hermanos cofrades disfrazados, más preocupados en aparentar y ser bien vistos, y sin dudar en momento alguno de romper la formación y el protocolo por saludar a algún conocido, que aunque se trate de un conocido sin mucha relación, que mejor momento este para retomarla, demostrando así esa gran prepotencia por poder salir en procesión. Tal es el extremo alcanzado por el ser vistos que los hermanos de escolta –por el hecho de en su mayoría llevar el rostro cubierto imposibilitando así ser reconocidos- son cada vez más escasos, pudiéndose asimilar así pues –dentro de este circo semanasantero- a los linces, es decir en peligro de extinción. ¡Qué bonito es disfrazarse de hermano de carga con la jeta bien al aire para poder al día siguiente recibir halagos por parte del carnicero! ¿Y el orgullo que se siente por poder darte un paseo disfrazado y que te vea la vecina? ¿Orgullo? Yo siempre pensé que se trataba de una creencia personal, un acto de devoción, promesa y penitencia. Las madres con esos aires de superioridad viendo pasar a su nene que –aunque no tenga ni edad para llevar una bolsa con incienso (ya puestos que haga algo útil), bien que desfilan como hermanos de carga -¡cómo va a salir de escolta! ¿Y si no lo reconoce la otra vecina?-. ¿Qué la procesión queda sin luz apenas porque no hay gente para llevar cirios? Qué más da mientras al nene se le vea bien elegante...

Dejando ya de lado el desfile circense, es tiempo de fijarnos en nosotros, el público. No nos engañemos, si vamos es sólo por el espectáculo, por no ser el bicho raro que no ve estas cosas. Eso sí, vamos, pero el respeto se entretiene por el camino… Muchos hay que no les importa cruzar por medio de una procesión. Se puede ir por otro sitio a 5m, claro que sí, pero todos sabemos que la línea recta es más corta incluso habiendo en nuestro paso un Nazareno o una Dolorosa. Es en esta época cuando todos somos religiosos y devotos; apostólicos, católicos y romanos. Nos volvemos locos por ver estos desfiles pero… ¿qué pasa con los 359 días restantes? Quita quita… que en las iglesias estas te entran unas úlceras… Corre el rumor de que existe gente que en esta semana incluso va a misa, pero debe de ser una leyenda urbana...

Foto: Cristo del Humilladero
(Cáceres)
GEM
©
Así pues, un servidor seguirá esperando a que este circo acabe, circo en el que no sé cómo todavía tienen ganas de demostrar su fervor religioso saeteros y penitentes de verdad –esos que, cara cubierta y despreocupados por el qué dirán, cargan pies descalzos y encadenados una cruz por las frías calles-. Y lo peor es que al paso que vamos, la solución que se tomará –si es que algún año se llega a tomar- será lo propuesto por Lutero hace 500 años: Anular las representaciones de Santos, Vírgenes y Cristos, para frenar la transformación circense del cristianismo. Pero mientras las autoridades puedan hacer gala de pomposidad en cada procesión, ¿a quién le importa?