Cáceres, a 13 de
Abril de 2012.
Estimado Presidente de la
Unión de Cofradías Penitenciarias de Cáceres:
Le escribo para
comunicarle una serie de incorrecciones y posibles medidas para
evitar las primeras, con el fin de que la Semana Santa cacereña
(declarada de Interés Turístico Internacional), no se
convierta en el “circo” en el que año a año está
degenerando esta tradición. Como ya hay “costumbres” que
se repiten en las procesiones, este año -y sin poder aguantar
más la pantomina que se está formando- he decidido ir
apuntando todas aquéllos actos, incongruencias y faltas de
respeto que se dan por parte tanto de los hermanos cofrades de las
distintas Hermandades -siempre buscando la generalización, sin
ceñirme a una procesión o Cofradía en concreto-
como de los espectadores, quienes también deberían de
moderar su comportamiento.
Así pues, procedo
a escribirle cuanto antes una breve reflexión sobre este
“circo” en Semana Santa, con el fin de hacerle que comprenda, lo
que de verdad hay, y para -por si fuera posible-, aplicar ciertas
limitaciones.
Para este análisis,
parto sobre todo de las procesiones en las que los hermanos cofrades
van sin verduguillo, capirote o cualquier otro elemento para cubrir
el rostro. Hay cofradías, que dependiendo del rol desempeñado
por el penitente -bien carga, bien escolta- llevan o no el rostro
tapado. Da la coincidencia, que en todas en las que la primera
circunstancia se da, más niños pequeños y chicas
adolescentes procesionan; los primeros para que las vecinas y amigas
de su madre puedan ver lo guapo que va, las segundas (bien
maquilladas y peinadas) para que sus amigos puedan hacerlas bien de
fotos -yendo con unos aires de superioridad inauditos en una fiesta
religiosa de tanto calibre-. Es decir, que como se les puede ir
viendo la cara -pudiendo ser reconocidos por el resto de
espectadores-, los cofrades prefieren ir de carga (es de carga
generalmente como se va descubierto) para que se les pueda ver bien
(véase así el caso de las Cofradías de Nuestro
Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la
Misericordia, y la de
los Ramos, Cristo de la Buena Muerte, Virgen de la Esperanza y San
Juan Bautista, donde se dan “jaurías” de niños
menores de 8 años “custodiados” por chicas adolescentes de
menos de 17, procesionando ambos por mera apariencia -los primeros
por su madre y las amigas de su madre y las segundas por sus
amigos-).
Una forma de acabar con esto, es obligando a todas las cofradías
la implantación de verduguillos y capirotes, pues de procesión
se va a hacer penitencia (no a pasearse bien guapo por las calles con
el único fin de ser reconocido y darse importancia), y la
penitencia -es decir, el sufrimiento a cambio de cumplir una promesa
o por haber pecado- debe ser privada y anónima (al igual que
todos aquéllos penitentes que, pies descalzos, cargan con un
madero a la espalda; esos tienen la admiración de todo el
público, y ninguno puede ser reconocido).
Otra cosa mínima que debería ser obligatoria sería
que el Hermano Cofrade esté bautizado y haya hecho la Primera
Comunión; de esta forma, se asegura que en la procesión
haya niños con una formación cristiana básica,
que sepan por qué procesionan, que tiene un significado y unas
connotaciones espirituales. Igualmente, para ser hermano de carga, se
debería hacer el Sacramento de la Confirmación,
teniendo así la persona una formación católica
superior y -debido a su mayor edad- una altura y una fuerza física
suficiente como para poder llevar el paso. Así, la
distribución de roles quedaría de la siguiente manera:
Entre 10 (Comunión) y 17/18 años (Confirmación),
obligatorio hermano de escolta; a partir de la Confirmación,
elección de carga o escolta. Eso sí, siempre con el
rostro tapado, pues se trata de una procesión penitenciaria,
no un desfile.
Igualmente, y para facilitar el tránsito de las distintas Procesiones y
con el fin de que su vistosidad sea mejor, habría que vallar
las distintas calles por las que pasa esta, de tal forma de que la
gente no se cruce por el medio de la procesión, suponiendo un
problema tanto a los hermanos cofrades -pues molesta bastante ver
cómo se cruzan, dificultando el paso de éstos-, una
falta de respeto hacia las Imágenes, penitentes y devotos, y
sobre todo para que no sean molestados los demás espectadores,
quienes -en la mayoría de los casos- llevan esperando horas
para que justo cuando viene su objeto de devoción y espera,
sean molestados porque ha cruzado alguien y tiene que meterse entre
el público, para no quedar en medio de la marcha -y eso en el
mejor de los casos, porque tampoco hace gracia que se ponga alguien
que ha llegado hace un minuto delante de otra persona que lleva
esperando horas-. También se evita que los cofrades salgan de
la Procesión, para ir al servicio o directamente para irse a
casa -he aquí la gran devoción y penitencia que
sufren-. A su vez y para dar seguridad, sería recomendable
presencia policial tanto en la vanguardia como en la retaguardia de
la procesión.
Como
última medida, propongo la supresión de los “pasos
infantiles”, sin tradición ninguna y creados hace un par de
años con el fin de que los chavales de 12/13 años
puedan sentirse mayores por un día portando un Cristo; y es
que no hay que olvidar, que ante todo, son niños, así
que ya tendrán tiempo de crecer y cargar un paso de verdad.
Curiosamente, sólo he visto dos Cofradías que hayan
implantado esta nueva moda: La del Nazareno y la de Ramos, una
coincidencia que tal vez se dé porque tal es el número
de niños que van de carga sin tener edad para portar un paso,
que han tenido que crear uno para que no haya stock.
Tampoco estaría de más recordar a los espectadores que
las saetas no se aplauden, pues son una oración en forma de
canto personal de devoción hacia Cristo o la Virgen -según
convenga-.
En
resumidas cuentas, Cáceres posee una Semana Santa preciosa, de
Interés Turístico Internacional.
Tenemos que intentar entre todos mantener este status
y hacer honor a tal distinción, procurando que la Semana Santa
recupere la devoción y espiritualidad perdida, pues va camino
de convertirse en un “circo” donde en lugar de leones, elefantes
y payasos habrá cristos, vírgenes y hermanos de carga
respectivamente; pues la Semana Santa se compone de olor -el del
incienso y flores de primavera-, sonido -el de las bandas y
agrupaciones instrumentales- y sobre todo, luz
-la de los cirios que portan los hermanos de escolta, en peligro de
extinción por mero hecho de ir con el rostro cubierto-.
Así pues, me gustaría que se tomasen en cuenta estas
recomendaciones. Le escribe una persona que es hermano de la
Pontificia y Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús
Nazareno y Nuestra Señora de la Misericordia, y que años
ha, salía de escolta, pero que por estas circunstancias en
esta carta descritas, ha perdido las fuerzas, la fé y la
devoción necesarias para formar parte activa y directa de la
Semana Santa de Cáceres, al ver cómo prima la
apariencia y la importancia de procesionar sobre la espiritualidad y
fé católica.
Un cordial saludo.
PD: Le adjunto dos fotografías en las que se muestra la “otra
Semana Santa”, la que no interesa que salga en las guías
turísticas pero que los foráneos también ven y
cuentan:
"Educación" y verdadera devoción de dos "cofrades". No hace falta dar más explicaciones. |
Esto es lo que acaba sucediendo cuando participan niños pequeños. Una estampa lamentable. |
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